Político peruano. Augusto B. Leguía nació en Lambayeque en 19 de febrero de 1863, hijo de Nicanor Leguía y Haro y de María del Carmen Salcedo Taforó. Cursó estudios primarios en Lambayeque, trasladándose luego a Valparaíso (Chile) para estudiar comercio. A su regreso a Perú, inició su vida profesional en la casa Prevost y Compañía. Al estallar la guerra, en 1879, se incorporó en el Ejército, y combatió en las batallas de San Juan y en la de Miraflores.
Más tarde volvió a su trabajo en la casa Prevost y en la New York Insurance; en representación de esta compañía viajó a Ecuador y Estados Unidos. Finalmente emprendió su propia andadura empresarial, que le permitió, en el curso de unos pocos años, hacerse una posición holgada en lo económico y encumbrada en el ámbito social. Leguía se estrenó en la lid política como miembro del Partido Civil, que en ese momento lideraba Manuel Candamo. Durante el gobierno de éste y el de José Pardo, Leguía fue ministro de Hacienda. En 1907 lanzó su propia candidatura presidencial, contando con el apoyo de parte de su partido. Ganó las elecciones de 1908, mediante las cuales relevó a José Pardo hasta 1912 y llegó a la presidencia de la República en septiembre de ese año, poco después comenzaron los problemas. Los seguidores de Nicolás de Piérola lo tomaron preso en palacio el 29 de mayo de 1909, obligándolo a renunciar tras ser conducido por las calles de Lima hasta el Congreso; pero fue al fin liberado por acción de un pelotón militar. La inestabilidad política, sin embargo, marcaría el resto de su gestión. Por su gesto firme e indeclinable, este día se conoce como el “Día del Carácter”.
En el terreno de la política exterior, Leguía buscó resolver los conflictos con Ecuador, Brasil y Bolivia, y cortó las relaciones diplomáticas con Chile; por otra parte, dio especial importancia al desarrollo de la agricultura y la minería. Durante su mandato afrontó los problemas limítrofes con los cinco países vecinos que, conocedores de las limitaciones materiales que pesaban sobre Perú después de la Guerra del Pacífico, encontraron el momento oportuno para acometer sus pretensiones territoriales. Leguía suscribió sendos tratados limítrofes con Bolivia y el Brasil. En 1912 entregó el gobierno a Guillermo Billinghurst; al año siguiente fue desterrado a Panamá.
Cuando en 1919 José Pardo concluía su mandato presidencial, Leguía reapareció en el primer plano de la escena política peruana, ingreso al Perú por Paita, el 6 de febrero de 1919. Lanzó nuevamente su candidatura, con el apoyo del Partido Constitucional y de algunos sectores del civilismo. Leguía ganó las elecciones. El nuevo parlamento lo designo presidente constitucional el 12 de octubre y fue reelegido en 1924 y 1929. Leguía cambió la Constitución vigente (que databa del año 1860 y ha resultado ser la más longeva de la historia del Perú), y promulgó la nueva Constitución de 1920.
Comenzó así el largo período conocido como el Oncenio, durante el cual se produjo una sensible transformación política del Perú. Siempre preocupado por los problemas limítrofes, durante su administración se firmaron los tratados definitivos con Colombia y Chile. Con el trasfondo de la crisis económica mundial que se manifestó en el crack de 1929, el régimen de Leguía se tambaleó, tras más de diez años de férreo gobierno.
Modernizó Lima, mediante la ejecución de obras públicas financiadas con empréstitos con la finalidad de festejar el Centenario de la Independencia Nacional. Creó el Banco Central de Reserva del Perú y el Banco Hipotecario, así como los Estancos de Alcohol, Naipes y . Firmó los Tratados de Límites con Colombia y Chile.
Durante este segundo mandato como presidente, Leguía aprovechó el fervor nacionalista despertado por el festejo del centenario de la Independencia y de las batallas de Junín y Ayacucho para emprender la construcción de grandes obras de carácter vial, sanitario, de viviendas y de monumentos conmemorativos. La educación fue asimismo una de las áreas que recibieron un mayor impulso.
En cambio, se le criticó los métodos utilizados para obligar a los nativos a poner su fuerza de trabajo al servicio de las grandes obras emprendidas por su gobierno. Augusto B. Leguía fue depuesto en agosto de 1930 por el comandante Luis M. Sánchez Cerro, al frente de un movimiento que había estallado en Arequipa.
Reducido a reclusión, Leguía salio del país, pero la nave en la que se había embarcado fue interceptada y obligada a volver al puerto del Callao. Nuevamente prisionero, enfermó de gravedad; murió en el hospital naval de Bellavista el 6 de febrero de 1932.
Más tarde volvió a su trabajo en la casa Prevost y en la New York Insurance; en representación de esta compañía viajó a Ecuador y Estados Unidos. Finalmente emprendió su propia andadura empresarial, que le permitió, en el curso de unos pocos años, hacerse una posición holgada en lo económico y encumbrada en el ámbito social. Leguía se estrenó en la lid política como miembro del Partido Civil, que en ese momento lideraba Manuel Candamo. Durante el gobierno de éste y el de José Pardo, Leguía fue ministro de Hacienda. En 1907 lanzó su propia candidatura presidencial, contando con el apoyo de parte de su partido. Ganó las elecciones de 1908, mediante las cuales relevó a José Pardo hasta 1912 y llegó a la presidencia de la República en septiembre de ese año, poco después comenzaron los problemas. Los seguidores de Nicolás de Piérola lo tomaron preso en palacio el 29 de mayo de 1909, obligándolo a renunciar tras ser conducido por las calles de Lima hasta el Congreso; pero fue al fin liberado por acción de un pelotón militar. La inestabilidad política, sin embargo, marcaría el resto de su gestión. Por su gesto firme e indeclinable, este día se conoce como el “Día del Carácter”.
En el terreno de la política exterior, Leguía buscó resolver los conflictos con Ecuador, Brasil y Bolivia, y cortó las relaciones diplomáticas con Chile; por otra parte, dio especial importancia al desarrollo de la agricultura y la minería. Durante su mandato afrontó los problemas limítrofes con los cinco países vecinos que, conocedores de las limitaciones materiales que pesaban sobre Perú después de la Guerra del Pacífico, encontraron el momento oportuno para acometer sus pretensiones territoriales. Leguía suscribió sendos tratados limítrofes con Bolivia y el Brasil. En 1912 entregó el gobierno a Guillermo Billinghurst; al año siguiente fue desterrado a Panamá.
Cuando en 1919 José Pardo concluía su mandato presidencial, Leguía reapareció en el primer plano de la escena política peruana, ingreso al Perú por Paita, el 6 de febrero de 1919. Lanzó nuevamente su candidatura, con el apoyo del Partido Constitucional y de algunos sectores del civilismo. Leguía ganó las elecciones. El nuevo parlamento lo designo presidente constitucional el 12 de octubre y fue reelegido en 1924 y 1929. Leguía cambió la Constitución vigente (que databa del año 1860 y ha resultado ser la más longeva de la historia del Perú), y promulgó la nueva Constitución de 1920.
Comenzó así el largo período conocido como el Oncenio, durante el cual se produjo una sensible transformación política del Perú. Siempre preocupado por los problemas limítrofes, durante su administración se firmaron los tratados definitivos con Colombia y Chile. Con el trasfondo de la crisis económica mundial que se manifestó en el crack de 1929, el régimen de Leguía se tambaleó, tras más de diez años de férreo gobierno.
Modernizó Lima, mediante la ejecución de obras públicas financiadas con empréstitos con la finalidad de festejar el Centenario de la Independencia Nacional. Creó el Banco Central de Reserva del Perú y el Banco Hipotecario, así como los Estancos de Alcohol, Naipes y . Firmó los Tratados de Límites con Colombia y Chile.
Durante este segundo mandato como presidente, Leguía aprovechó el fervor nacionalista despertado por el festejo del centenario de la Independencia y de las batallas de Junín y Ayacucho para emprender la construcción de grandes obras de carácter vial, sanitario, de viviendas y de monumentos conmemorativos. La educación fue asimismo una de las áreas que recibieron un mayor impulso.
En cambio, se le criticó los métodos utilizados para obligar a los nativos a poner su fuerza de trabajo al servicio de las grandes obras emprendidas por su gobierno. Augusto B. Leguía fue depuesto en agosto de 1930 por el comandante Luis M. Sánchez Cerro, al frente de un movimiento que había estallado en Arequipa.
Reducido a reclusión, Leguía salio del país, pero la nave en la que se había embarcado fue interceptada y obligada a volver al puerto del Callao. Nuevamente prisionero, enfermó de gravedad; murió en el hospital naval de Bellavista el 6 de febrero de 1932.
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